Faltan 233 dias

Finalmente llegó el bendito certificado de bautizo. Cinco días es lo que corresponde a una carta prioritaria, según Correos de Chile. En fin, lo importante es que llegó y podré iniciar mi redención.
Para empezar quisiera manifestar la extrañeza que me produce la inquietud de una estimada lectora en saber si durante la fiesta de matrimonio la novia lanzará o no lanzará el ramo. Me parece extraño, insisto, porque hasta ahora no he asistido a una boda donde no se haya realizado dicho ritual. Es más, al último matrimonio que asistí en compañia de mi dulce novia, la recién casada lanzó dos, si, dos ramos. Y luego, el recién casado lanzó la liga, también dos veces. No me refiero a dos ligas, sino que lanzó dos veces la misma liga. Curioso, ¿no? Bueno, antes de explicar el porqué de los dos dobles lanzamientos, comentaré que actualmente uno de dichos ramos decora algún rincón del departamento de mi polola, y que la coqueta liga comparte un cajón junto a mis calcetines y ropa interior (no puedo evitar el sonrojarme al escribir esto).
La explicación es la siguiente: resulta que el mentado matrimonio correspondía al de la mejor amiga de mi novia, por lo tanto, en vista de la cercanía de nuestra boda, resulta obvio el deseo de la recién casada que fuera mi novia la afortunada soltera en atrapar el ramo. El primer lanzamiento fue de un ramo alternativo, no el mismo que llevaba la entonces novia al entrar de blanco radiante a la iglesia. Mi polola, condicionada aún por el instinto que la obligaba a huir del ramo, no tuvo la fortuna de atraparlo. Ante este frustrado "traspaso de mando", la recién casada procedió a repetir el lanzamiento, esta vez con el ramo verdadero. Con mejor puntería y con mayor convicción, la segunda fue la vencida.
Una vez acallados los gritos de la multitud ante la hazaña presenciada, fue el turno del recién casado de realizar su lanzamiento. No puedo expresar en bytes la enorme presión que sentía sobre mí. Durante muchos años me había entrenado en esquivar ligas, guantes, pañuelos y cuanto objeto se lanza tratando de emular un ramo en versión novio. Pero ahora la situación era absolutamente opuesta, tenía la responsabilidad de atrapar dicha liga, no podía fallar. Ubicados los jugadores en sus lugares, se produjo el primer lanzamiento. Gracias a la destreza del recién casado, la liga venía directo hacia mí. Mientras veía en cámara lenta cómo esa preciada prenda volaba por los aires, recordé con angustia mis días de colegial, cuando me era imposible jugar fútbol, basketball o algún deporte de pelota debido a mi inevitable necesidad de cerrar los ojos al ver algo aproximándose a mi cabeza. Obviamente fallé, dí manotazos al aire (nuevamente me sonrojo)..... Por suerte para mí, el avezado atrapador resultó ser un infiltrado, un casado que acostumbraba poner en ridículo a los ansiosos solteros. Una vez aclarada la bochornosa situación, se procedió a repetir el lanzamiento. Esta vez mis manotazos al aire fueron fructíferos y con los ojos semi-cerrados atrapé mi preciado trofeo.
Comprenderán que como remate a tantas anécdotas de ramos y ligas, no podríamos dejar de hacer nuestros respectivos lanzamientos el día de nuestra boda. Asi que la respuesta es SÍ. Sí lanzará la novia el ramo y sí lanzaré yo algún algo.
(dejo pendiente por incluir acá una foto de la liga, tendré cuidado que no aparezca mi ropa interior)