Faltan 172 días

Hace más de un año, cuando le regalé las ilusiones a mi polola, quiso ir donde su cura preferido para que las bendijera. Como el mentado curita está ejerciendo en un pueblo cercano, partimos con mi novia y su madre a visitarlo. Nos recibió con mucho cariño y algo más tarde, con su acento polaco, comenzó la bendición de los flamantes anillos con un largo sermón que por un momento me puso los pelos de punta porque parecía que nos estaba casando: "Se equivocó de lectura" pensé yo.... pero no, todo eso correspondía a bendecir ilusiones.
Luego de la improvisada ceremonia nos invitó a tomar un tecito, y entre conversa y conversa me pregunta a qué me dedico. Yo no termino de decirlo cuando ya me estaba encargando un "monito para construir una capilla, pero así no más" (léase con acento polaco). Me dieron ganas de decirle, "bueno, pero entonces usted me confirma así no más" (léase con tono irónico), pero me contuve. Hoy pienso que debí haberselo dicho no más....
En fin, ha pasado ya más de un año y todavía no hago el "monito". Un poco por exceso de trabajo, otro por flojera en tiempo de descanso, y principalmente por esa extraña sensación de estar siendo chantajeado. El asunto es que ese curita pillo es el elegido por mi novia para que oficie la ceremonia religiosa de nuestro matrimonio. Y este fin de semana que viene vamos a ir a visitarlo para darle la noticia, invitación a almorzar incluida. Entonces, mi conciencia y mi polola se han encargado de recordarme que tengo que llevarle el "monito".
Estos días he tirado algunas rayas, hecho algunos bosquejos, pero tengo que sentarme con dedicación para hacer algo decente. Podría hacer como dijo mi polola "cualquier cosa", pero mi orgullo profesional quisiera hacer una catedral, mientras mi sentido común me recuerda que seguramente no hay ni presupuesto ni mano de obra calificada.
Entonces, las próximas noches, antes de caer en un profundo sueño, estaré dedicado a dibujar la "casa de dios" (más bien una casita, algo más que mediagua, pero decentita).