07 junio 2006

Faltan 157 días

Recuerdo cuando de adolescente, sin ningun motivo en especial, miré el cielo nocturno por primera vez usando lentes: descubrí con asombro y emoción que las estrellas no eran manchitas brillantes, sino ínfimos puntos brillantes. Hoy, literalmente mirando con otros ojos, las estrellas han vuelto a ser manchitas.... más chicas y mejor definidas, pero manchitas al fin. Es el resultado de la operación a la que sometí a mis ex-astígmatas ojos café. Es cierto que nadie me aseguró que recuperaría el 100% de la visión, pero igual me siento un poco frustrado cuando constato que antes, con lentes, veía bien de lejos y de cerca. Hoy veo bien de cerca y de lejos masomenos. Pero una débil luz ilumina el final del tunel, pues creo que hoy veo un poco mejor que ayer, así que en una de esas, cuando vaya a control, ya voy a tener la visión de rayos X con la que soñaba....

Cuando le comenté a mi santa madre de la operación, ella se ofreció a viajar a la capital para acompañarme. En un principio no me pareció muy buena idea, pues tendría que alojarse, como yo, en el depto de mi novia..... en otras palabras: PRIMERA VISITA DE LA SUEGRA. Como yo iba a necesitar sí o sí un lazarillo, y mi dulce novia ha estado con exceso de trabajo, el sacrificio de mi madre fue por ambos bienvenido.
El día de la intervención del ojo izquierdo, antes de salir, mi novia y mi madre tuvieron una reunión logística en la cocina, pues mi madre se haría cargo del almuerzo. Volví entre ciego y tuerto, muerto de sueño, me tendí un rato mientras mi madre cocinaba. Terminando de almorzar llegó mi polola, se arrancó un ratito para verme, pues se supone que no iba a llegar hasta la noche. Mi madre le ofreció almuerzo ...y así fue que terminó atendiendo a la dueña de casa. Durante la tarde yo seguí durmiendo y mi madre buscó algo que hacer para no aburrirse ... y así fue que se puso a planchar. Acostumbrada a tomar once temprano, la mesa ya estaba puesta cuando llegó mi novia ...y así fue que mi madre atendió nuevamente a la dueña de casa. La loza la lavé yo.
El día siguiente la hora de la cirugía era más tarde, así que antes de salir mi madre tuvo tiempo, como haría en su casa, para lavar baños y pasar aspiradora. Todo esto sucedía mientras mi novia permanecía en cama con su salud resentida por un resfrío que le ha durado más de lo prudente. El desayuno se lo llevé yo. De vuelta mi polola ya se había ido a trabajar, yo dormí toda la tarde, no tengo conciencia de qué hizo mi madre para ocupar su tiempo.
El día sábado salimos temprano a control, mi novia quedó en cama. De vuelta yo ya no necesitaba andar con protectores en los ojos, así que mi novia nos invitó a almorzar fuera. En la tarde mi madre volvió a mi ciudad natal, satisfecha luego de su misión cumplida.
Esos días yo no hice más que comer y dormir.... y preguntarme qué tanto podría sentirse incómoda mi polola por las intervenciones de mi madre. Aunque no pareció molestarle en absoluto, me pareció que el comentario no estaba de más: le aclaré que mi madre actuó con las mejores intenciones del mundo. ¿Cómo podría haberse quedado de brazos cruzados cuando podía ayudar y al mismo tiempo mantenerse ocupada? Le expliqué que mi madre esta vez no fue de visita, sino a atenderme a mí y de paso aprovechó de ayudarla a ella viendo que estaba con harto trabajo y no muy bien de salud. Le aseguré que cuando en el futuro mi madre nos visite, efectivamente se sentará a que la atiendan. Mi polola lo tenía muy claro, o bien la gripe la tenía absolutamente indiferente, así que no se hizo ningún problema.

El día domingo no la dejé levantarse, al almuerzo me las dí de cocinero ¡ y lo encontró rico ! (yo le encontré gusto a poco).